Las cifras del Banco Central van de la mano con la percepción generalizada de lo que sucede en el Distrito Nacional. Basta observar cada calle de la trama urbana, sobre todo del Polígono Central, para verificar que en cada esquina se levanta un edificio. Vencian Ben Gil, director de Planeamiento Urbano, informó que desde 2005 a la fecha han sido aprobados 182 proyectos (torres) en el Polígono Central, el área de 184 manzanas limitadas por
las avenidas Winston Churchill, Ortega y Gasset, 27 de Febrero y John F. Kennedy. Las más llamativas de las torres del Distrito Nacional son las de lujo, algunas de las cuales ofertan helipuertos, canchas de squash, piscinas, salones de gimnasia, sauna, jacuzzis, áreas con baño para choferes. Los precios de los apartamentos llegan a superar, en algunos casos, el millón de dólares -más de RD$30 millones- y en otros alcanzan hasta RD$100 millones por unidad. El lujo y el número de niveles de estas torres cambian la imagen de la capital y confirman la profundidad de la brecha social. “Los dominicanos le perdieron el miedo a la altura”, comenta Mélido Marte, un ícono del negocio inmobiliario local. Marte se refiere a las torres en proceso de construcción sobre la avenida Anacaona, como la Caney, de 38 pisos, de la firma Rodríguez Sandoval; las torres Margot, de 25 y 30 pisos, de la firma P&P; la que construiría el Grupo Fiesta, liderado por el español Abel Matutes, al lado del hotel Dominican Fiesta; y la que sería levantada en el terreno donde está la residencia que perteneció a Sammy Sosa. rascacielos. Muy cerca se encuentra también la torre Juan Antonio XIV, del grupo Bisonó. En la misma avenida, la Dirección de Planeamiento Urbano aprobó los planos de un rascacielos de 55 niveles, según informó su director, el arquitecto Ben Gil. A diferencia de otros sectores, la altura es ilimitada en la avenida Anacaona, donde ya se levanta la torre Caney, de 39 pisos, por parte del ingeniero Jesús Rodríguez Saldoval. La reanudación de obras paralizadas es otras de las novedades. Por ejemplo, el proyecto Diandy XX, de 27 pisos, diseñado por el arquitecto Michel Presbot, que se encuentra entre la avenida Tiradentes y las calles Gustavo Mejía Ricart y Fantino Falco, fue reactivado después de una pausa en el período 2000-2004. Sus grúas han vuelto a funcionar.
Marte, de Remax Metropolitana, destaca la estabilidad macroeconómica, el descenso de las tasas bancarias y a que después de la crisis de 2003 vinieron nuevas regulaciones, el crédito se “democratizó y ya los banqueros no pueden prestarse el dinero a sí mismos”. Dinamización. Marte identifica a los fondos de pensiones depositados en la banca como uno de los factores que presionan el descenso de las tasas de interés. Otro elemento dinamizante, según el experto inmobiliario, es la apertura de República Dominicana. “La firma del TLC brinda confianza a los inversionistas. Tengo tres promotores extranjeros que están invirtiendo más de 70 millones de dólares. Sus áreas preferidas son Panamá y República Dominicana, pero nos prefieren por la idiosincracia de la gente”, insiste Marte y agrega que el desplome de las inversiones inmobiliarias en Europa atrae inversión hacia el país, incluso para evadir impuestos en sus países de origen. CLAVE pudo comprobar que entre el personal técnico de algunas torres en construcción en Piantini se encuentran extranjeros, como colombianos. Amén de venezolanos, como es el caso de la Plaza Quisqueya, de 18 pisos, del grupo Allard Industries, LTD, que invertiría unos US$60 millones en la intersección de las avenidas Winston Churchill con Gustavo Mejía Ricart, con la inmobiliario P&P, registrado en México, y presidido por el español Arturo del Tiempo Marqués, cuenta con varias inversiones en el Distrito Nacional. El presidente Leonel Fernández dió el primer picazo el 26 de octubre de 2005 de las torres Atiemar, de 21 niveles cada una, que están en construcción frente al Conservatorio Nacional, en la avenida Pedro Henríquez Ureña, en el sector
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