Esta calle, la primera en construirse en el Santo Domingo de Ovando es, por lo tanto, la más antigua de la Ciudad Colonial.Recibe su nombre en honor de las señoras que dejaron Castilla para venir a la isla en 1509 como damas de compañía de la triste dama María de Toledo, esposa del Virrey Don Diego Colón, hijo del Descubridor de América, Segundo Almirante de las Indias y Gobernador de La Española. Se cuenta que la noble señora pasaba las tardes, cargada de nostalgia, caminando lentamente su empedrado de norte a sur... y de sur a norte. Su primer nombre fue el de Calle del Rey y sus hermosas casas con jardines de sueños, albergaron a la flor y nata de la nobleza y oligarquía oficial de la Indias Occidentales. Cuentan los cronistas que el ascenso al trono del Rey Carlos V fue celebrado en las Casas Reales y en esta calle con un espléndido banquete y una corrida de toros en la plaza del Alcázar. En esta calle residieron Don Rodrigo de Bastidas, Obispo de San Juan y Gobernador de Venezuela; los oidores Gaspar de Espinoza y Alonzo Suazo, juristas en cuyas manos estuvo por algún tiempo el mayor poder de América; Melchor de Castro, rico encomendero; Diego Méndez, Alguacil de Santo Domingo y Juan Fernández de las Varas, opulento almojarife.También residieron en ella Don Pedro Vásquez de Mella, amigo íntimo de los virreyes; Don Francisco Dávila, los Fernández de Oviedo descendientes del afamado cronista de Indias, los Ponce de León, los Fuenmayor, los Mueses, los caballeros Bazán, propietarios de ingenios azucareros, los Guzmán y nada más y nada menos que Hernán Cortés, conquistador de México. En esta calle legendaria, primera de América, se encuentran además de sus casonas de increíble belleza, la Torre del Homenaje, Las Casas Reales, el Panteón Nacional, originalmente construido como Iglesia de la Orden de los Jesuitas en el Siglo XVIII y el Reloj de Sol.
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